No basta con las palabras, hay que predicar con el ejemplo. En el mundo de hoy es fácil encontrar personas que se llenan la boca con discursos altisonantes; sin embargo, cuando hacemos un breve repaso por sus vidas descubrimos con asombro que todos sus actos han estado marcados por la vergüenza, el egoísmo y la mentira. Se la pasan hablando acerca de las diferentes formas de ayudar al prójimo; pero si un niño los aborda en algún semáforo y les pide una moneda, lo apartan de mala manera y lo miran con desprecio.
Por eso, para poder convertirnos en hombres íntegros, es preciso reforzar nuestros argumentos con acciones concretas; sólo así lograremos evitar el triste camino que conduce a la hipocresía.
Por eso, para poder convertirnos en hombres íntegros, es preciso reforzar nuestros argumentos con acciones concretas; sólo así lograremos evitar el triste camino que conduce a la hipocresía.