domingo, 4 de octubre de 2009

HERMANOS


Una de las peores cosas que existen en el mundo es la pelea entre hermanos. Me refiero a las verdaderas luchas que se dan con esa otra persona que lleva tu misma sangre. Son como un veneno mortal que corroe las entrañas y nos mata lentamente. No en vano un gaucho sabio cantó hace muchísimo tiempo: "Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera...". creo que él entendia perfectamente que de la guerra entre hermanos nada bueno puede resultar. No hay forma de que uno no se clave con sus propias manos una daga de tristeza al herir al hijo de tu madre. Hago este breve comentario con conocimiento de causa, ya que hace más de diez años tuve una pelea con mi hermano y, lamentablemente, desde entonces un muro de silencio se levanto entre él y yo. Aunque este muro parece haberse contruído con ladrillos de rencor, prácticamente imposible de derrumbar.


LEYENDA (Jorge Luis Borges)


ABEL Y CAÍN se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejo, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.



Abel contestó:



-¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo;



aquí estamos juntos como antes.



-Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín-,



porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.



Abel dijo despacio:



-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.









0 comentarios:

Publicar un comentario