sábado, 1 de mayo de 2010


El hombre de hoy debería volver su mirada hacía su propia interioridad...Lamentablemente, la vorágine en la que nos encontramos sumergidos, no hace más que atentar contra el pensamiento reflexivo...Se nos va el tiempo en polémicas tan absurdas que cuando la cruda realidad nos golpea de verdad, como por ejemplo: una enfermedad terminal, nos preguntamos alarmados, ¿qué hemos hecho de nuestra vida? Es precisamente en ese momento cuando empezamos a buscar tablas de salvación por todas partes y no las hallamos. Entonces, caemos en una profunda depresión.
Sin embargo, son estas crisis las que nos permiten darle un nuevo enfoque a nuestra existencia...Poco a poco nos vamos dando cuenta de qué es lo esencial y qué es lo secundario para uno mismo. De pronto, uno se sorprende extasiado ante una puesta de sol; ante el aroma del jazmín; el vivificante frescor de la mañana; la inocente sonrisa de un niño; la compañía de un amigo. Motivos suficientes para ser agradecidos. Es que una gran verdad se nos ha revelado: "...el placer de la vida se encuentra en las pequeñas cosas". Ahora sé con certeza que es lo que más voy a extrañar de este mundo cuando me vaya con Dios...

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